Coleccionismo de relojes antiguos

La atracción que producen los relojes en algunas personas los lleva a veces a desarrollar una enorme curiosidad por todo lo relacionado con ellos. Una vez iniciada la afición a la Relojería, se comienza a recorrer un camino que puede convertir al simple aficionado en coleccionista, y a este, cuando su afición se perpetúa en el tiempo y le acompaña el estudio y la experiencia, en experto. Aunque la palabra «experto» está tan manoseada en estos tiempos que ya casi no significa nada.

En la niñez, el interés y la curiosidad por lo que nos rodea, nos lleva hacia el coleccionismo: cromos, sellos, monedas, … ¿Quien no recuerda aquellos preciosos álbumes de cromos que íbamos completando cuando éramos niños?. ¡Con que ilusión mirábamos  aquel cromo tan difícil de encontrar, que finalmente conseguíamos!.

Con los años nuestra faceta de coleccionista evoluciona, se transforma, al igual que lo hacemos nosotros. A veces se mantiene el interés por nuestras viejas colecciones; otras, simplemente se guardan como un hermoso recuerdo de tiempos pasados.

Un día, nos topamos con un reloj que llega hasta nosotros  por casualidad, siguiendo el guión de una de  esas docenas de historias que uno ha escuchado tantas veces: «Este reloj era de mi abuelo»,  o, «lo encontré en un mercadillo», o «lo ví en un anticuario y me encantó». El reloj llama nuestra atención. Nos atrae. ¿Funciona? nos preguntamos. Tal vez no. ¿Podrá reparase?… Y sin darnos cuenta, entramos en un mundo fascinante, el de la Relojería, en el que descubriremos cientos de historias y relojes que causarán nuestra admiración.

En este punto conviene hacer una aclaración: el término «reloj antiguo» es impreciso. Se considera antiguo a lo que tiene más de cien años. Según esta premisa, podemos calificar como relojes antiguos a piezas muy diferentes entre si. Por ejemplo, un reloj comtoise del siglo XIX es un reloj antiguo, al igual que lo es un reloj neuchatelino del mismo siglo, aunque entre ellos existan tantas diferencias que resulte incluso extraño darles el mismo nombre.

Cuando se inicia una actividad en la que se desconoce prácticamente todo, lo normal es cometer errores. Aunque, como suele decirse, «nadie escarmienta en cabeza ajena», ni adquiere experiencia por cabeza ajena, se indican dos ideas básicas que ayudarán al principiante a evitar algunos errores.

La primera es la de aprender todo lo que pueda sobre relojes, antes de lanzarse a comprar. Particular mención merece el comprador compulsivo, que sin prácticamente conocimientos sobre la materia, y en estado de fascinación por el mundo que acaba de descubrir, se lanza a la compra de todo lo que ve.

La segunda es la de primar siempre la calidad frente a la cantidad. Aunque todo es discutible,considero que una pequeña colección con pocos pero excelentes piezas es preferible a otra más numerosa con relojes de menor interés.

A este respecto se recuerda aquella frase de Mateo Alemán (1547 – 1614)  que escribió en el Guzmán de Alfarache, sobre los amigos. Dice así: «Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos».

Vale la afirmación de este gran escritor del Siglo de Oro español, también para los relojes que busca el coleccionista: No hace falta que sean muchos, sino pocos, buenos, y bien conocidos.

Huelga decir, que la aplicación de la segunda recomendación es difícil para el principiante, al no disponer de un criterio de valoración que requiere años de estudio y experiencia.

José Miguel Echeverría

Al hablar de coleccionismo es obligado citar a un gran coleccionista como fue el doctor José Miguel Echeverría.

Su pasión por el mundo de las antigüedades le llevó, junto a su mujer, Purificación Lavín Asenjo, a formar una notable colección, y a escribir libros sumamente interesantes sobre una materia tan particular como es el coleccionismo.

En sus libros se aprecia  su profundo conocimiento de las antigüedades, así como de su conservación.

Hay dos libros muy interesantes de José Luis Echeverría sobre coleccionismo de relojes antiguos y de bolsillo:

Coleccionismo de relojes antiguos, Editorial Everest, 1975

Coleccionismo de relojes de bolsillo, Editorial Everest, 1977

El doctor  José Miguel Echeverría Barriera (París, 1929 – Madrid, 1998), logró reunir a lo largo de su vida, junto a su mujer Purificación Lavín Asenjo, una singular colección de antigüedades: Relojes, armas blancas y de fuego, abanicos, objetos orientales y de indumentaria, etc.

Además de los citados, publicó otros títulos sobre coleccionismo de antigüedades, marfiles, escultura antigua, y pintura.

Legó su colección al Museo Nacional de Escultura que se encuentra en Valladolid. Esta institución publicó en 2001 una obra que rinde tributo a su memoria.

El Legado de Echeverría

El legado de Echeverría

Publicación del Museo Nacional de Escultura

José Miguel Echeverría: «El reloj mecánico es la máquina por excelencia, el mecanismo prístino. De ese conjunto tosco de ruedas y barras de hierro que compone un reloj gótico derivan, no solamente nuestros modernos cronómetros que bajo cualquier factor postural o ambiental apenas varían unos segundos al año, sino toda nuestra mecannización presente y futura. Es tan frágil la memoria humana, que cuando consultamos de una mirada distraída nuestro reloj de pulsera, nos parece natural su robustez, sumergibilidad, antimagnetismo y precisión. Ya veremos cuan largo camino hemos de recorrer para llegar a este resultado».

(Coleccionismo de relojes antiguos, Editorial Everest, 1975)