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Las palabras tienen pasado. Reflexionar sobre su origen ayuda a entender la historia de las cosas que nombran. Algunas de las palabras que usamos en Relojería derivan del latín y del griego. Otras se deben a similitudes entre características de los relojes y objetos de la vida cotidiana. La palabra inglesa Clock tiene su origen en la expresión latina Clocca que significa campana.
[…] “El inglés Clock viene del sajón Clucga que, como en alemán Glocke, en francés Cloche y en bajo latino Clocca, significa campana”. […] Nos dice Luis Montañés.
Los primeros relojes mecánicos eran ingenios que hacían sonar una campana para seguir la vida en el ámbito monástico. De ahí que la palabra inglesa para referirse al reloj, derive de otra cuyo significado es campana.
Las palabras latinas Horologium, Pendulum o Tempus, han dado lugar a los términos en lenguas romances de uso habitual en Relojería. De horologium derivaron, en francés, Horloge y Horloger. De pendulum, el término en español péndulo, o el francés pendule, que además de al oscilador que regula la marcha del reloj, se aplica también a los relojes franceses: La pendule français. De Tempus tiempo y las demás acepciones relacionadas con el: temporal, temporada, temprano, tempo …
La importancia de saber latín
La lengua oficial de Imperio Romano, el latín, era la que primitivamente se hablaba en una pequeña comarca del centro de Italia llamada Lacio. A medida que el Imperio fue extendiéndose, suplantó a las viejas lenguas indígenas. En el Mediterráneo oriental dominaba el griego, cuya alta significación como lengua de cultura le permitió resistir a la expansión de la lengua romana. El latín se extendió preferentemente por el Occidente europeo.
A mediados del siglo pasado tuvo lugar una curiosa anécdota sobre el estudio del latín en los colegios e institutos de España. Un ministro de la época, don José Luis Ruiz, defendía en las Cortes la tesis de que el latín “no servía para nada”. ¡Menos latín y más deporte!, dijo en un momento de su discurso, continuando con la pregunta: ¿Para qué sirve el latín?. A lo que otro diputado, don Adolfo Muñoz Alonso, respondió: Por de pronto, señor ministro, para que a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa. El latín fue despareciendo de los planes de estudios españoles; desde hace décadas ya no se estudia en los colegios. Desconocer esta lengua, supone ignorar gran parte de la cultura de la que procedemos.
Chronos, dios de las Edades
Según la MItología griega, Chronos era el dios de las Edades, el dios del tiempo. De ese nombre derivan muchas palabras que utilizamos en relación a la medida del tiempo: Cronómetro, cronógrafo, cronología, síncrono, etc.
El cronocomparador es un aparato mediante el cual se puede determinar la marcha instantánea de un reloj, los defectos de la máquina, o la irregularidad en la transmisión de fuerza. En francés recibe el nombre chronocomparateur; y en alemán chronokomparator. Cronómetro, etimológicamente se refiere a todo instrumento destinado a medir el tiempo. Con el uso se ha establecido que un cronómetro es un aparato horario de alta precisión.
Escape de paletas sobre rueda catalina
Uno de los escapes que nos encontramos en los relojes antiguos es el de paletas sobre rueda catalina. Su uso se extendió hasta principios del siglo XIX. ¿Porqué se le llama de rueda catalina?. Encontramos la respuesta a esta pregunta en la historia de Catalina de Alejandría – mártir cristiana del siglo IV – que según cuenta la leyenda, sufrió tormento mediante una máquina que disponía de ruedas con cuchillas.
Respecto a este escape, nos dice Luis Montañés Fontela en su monografía de título LA RUEDA CATALINA, perteneciente a la obra TEMPUS FUGIT, MONOGRAFÍAS ESPAÑOLAS DE RELOJERÍA VII:
“Esa expresión -rueda Catalina-, se acuñó entre los anticuarios y comerciantes del Rastro madrileño, donde de un reloj de bolsillo antiguo se dice, generalmente que es de catalina (a lo mejor en oposición a Roskopf) cuando tiene escape de paletas, y por supuesto, caracol; es decir, que bajo el término que así clasifica se incluye toda la producción francesa, ginebrina e inglesa que va desde la época del foliot a la del cilindro y del áncora, ya más moderna.
Tal expresión, que como apuntamos no es técnica, se debe a la “rueda catalina”, alusión a un sistema mecánico que hace la retención alternativa de las dos paletas del escape, y el nombre procede, a su vez de la forma que tenía -según se admite por tradición piadosa- la rueda con que sufrió tormento santa Catalina de Alejandría (año 307 d. J.C.) patrona de los filósofos, cuya rueda por cierto, se rompió en tal ocasión”.
En inglés a este escape se le llama verge escapement y también crown wheel, que traducimos como escape de varilla o rueda de corona. La forma de la rueda de escape, que recuerda a una corona, hizo que recibiera ese nombre.
El áncora
En la segunda mitad del siglo XVII se empiezó a aplicar a los relojes el escape de áncora con retroceso. Unos atribuyen su invención a William Clement hacia 1675; y otros a Robert Hooke (1635 – 1703) en 1666. La forma de esos primitivos escapes, que recordaba a la del áncora invertido de un barco, hizo que se hiciera popular ese nombre para referirse a ellos. Nombre que ha perdurado hasta nuestros días. Con el tiempo, el escape – como otras partes de los mecanismos -, fueron evolucionando. A pesar de los cambios del áncora, y de que en muchos casos ya no se parecía al de los barcos, siguió recibiendo el mismo nombre: áncora (en español), ancre (en francés), anker (en alemán), y anchor (en inglés).
Izquierda: Áncora del mecanismo de un reloj inglés de caja alta; centro mecanismo de un reloj inglés de mesa con escape de áncora; derecha: áncora de un barco.
Una característica determina el nombre del reloj
Cuando hablamos de relojes, utilizamos expresiones para indicar el tipo al que nos referimos. Normalmente la característica que sobresale sobre las demás es la que determina el nombre. Así, hablamos de relojes de cuco, de cuco y codorniz, relojes con autómatas, relojes de trompeta, etcétera.
Otras veces es el tipo de sonería la que determina el nombre del reloj. Relojes de órgano, relojes de flautas, relojes carillón,… Los mecanismos, o partes de ellos, que producen la música son los que determinan su nombre.
En inglés, francés o alemán se utlizan también los correspondientes nombres para referirse a los relojes de flautas: Flute / organ clock (en inglé), Fötenuhr / Orgeluhr (en alemán) y horloge à flûte / horloge d’orge (en francés).