“La Révolution industrielle du Moyen-Âge” se publicó por primera vez en 1975. Su autor, el historiador y medievalista, Jean Gimpel (1918 – 1996), fue un apasionado de la historia de las invenciones técnicas. Otra de sus obras dedicada a esta materia fue “Les batisseurs de cathédrales” (Los constructores de catedrales).
Jean Gimpel nació en 1918, un mes antes del final de la Primera Guerra Mundial. Su padre, René Gimpel fue un marchante de arte. Tal vez esto influyó en la que sería otra de sus pasiones: la historia del arte. Su libro “Contra el arte y los artistas”, publicado en 1968, es considerado su obra capital.
[…] “Desde los siglos XI al XIII, Europa occidental conoció un periodo de intensa actividad tecnológica y es una de las épocas de la historia de los hombres más fecundas en invenciones. A esta época se le habría debido llamar “la primera revolución industrial” si la revolución inglesa de los siglos XVIII y XIX no hubiera sido designada con dicho título” […] (Del libro “La revolución industrial en la Edad Media, Jean Gimpel; TAURUS EDICIONES SA, 1981)
En “La revolución industrial de la Edad Media”, Jean Gimpel no escribe sobre trovadores ni Cruzadas. Describe las técnicas usadas en ese periodo histórico, como la utilización de la energía fluvial en molinos para machacar grano, tamizar la harina o abatanar paños. También nos habla de la energía eólica, y de como resolvieron en el Medioevo el problema del cambio de dirección del viento para utilizar su energía, mediante un pivote vertical que permitía girar al mecanismo hasta la orientación adecuada. La explotación de las riquezas mineras, la siderurgia o los avances en la agricultura, se analizan en el libro con sencillez y maestría.
Los aficionados a la historia estamos en deuda con historiadores como Jean Gimpel, que nos ilustran sobre curiosidades del pasado. Suele decirse que la Edad Media fue una época oscura de nuestra historia. Este formidable ensayo pone un poco de luz en ella.
La revolución silenciosa: el reloj mecánico
Uno de los capítulos de este libro hace referencia al reloj mecánico: su origen, lo que supuso para la época, los cambios que produjo en la sociedad, … En el leemos lo siguiente:
[…] “La sociedad medieval se apasionó por la mecanización y la investigación técnica, ya que creía firmemente en el progreso, concepto éste que el mundo antiguo ignoró. En general, los hombres del Medioevo se negaron a respetar las tradiciones que habrían podido frenar su empuje creador, y Gilbert de Tournai escribía: “Nunca hallaremos la verdad, si nos contentamos con lo que ya se ha encontrado… Los que escribieron antes que nosotros son nuestros guías, no nuestros señores. La verdad está abierta a todos y no ha sido aún totalmente alcanzada“. Y Berbard, maestro de la escuela episcopal de Chartres, desde 1114 a 1119, añadía: “Somos enanos encaramados en los hombros de gigantes. Vemos así más y más lejos que ellos, no porque nuestra vista sea más aguda o nuestra talla más elevada, sino porque ellos nos llevan en vilo y nos elevan a su altura gigantesca“.
La actitud de un Gilbert de Tournai y de un Bernard de Chartres, llevó a los hombres de esta época a considerar los inventos como una cosa normal y a aceptar la idea de que seguiría habiendo más inventos en el futuro. La ambición de los inventores no tenía límites; su imaginación tampoco, y, sin embargo, de todas las máquinas extravagantes que concibieron y a veces realizaron, hay una que es el verdadero símbolo de su “investigación” científica: el reloj.
Si la teoría de Lewis Mumford sobre el origen benedictino de los relojes mecánicos se ve hoy controvertida, los puntos de vista de este autor sobre el papel de la medida del tiempo en el desarrollo de la civilización siguen siendo válidos: “La máquina-clave de la era industrial moderna no es la máquina de vapor sino el reloj. En cada fase de su desarrollo el reloj es el hecho saliente y el símbolo de la máquina. Aún hoy, ninguna otra máquina está tan omnipresente. Así, pues, al comienzo de la técnica moderna, apareció proféticamente la primera máquina automática de precisión que, después de algunos siglos de esfuerzo, iba a poner a prueba el valor de esta técnica en cada rama de la actividad industrial… al permitir la determinación de cantidades exactas de energía (por tanto, la estandarización), la acción automática y, finalmente, su propio producto: un tiempo exacto; el reloj ha sido la máquina más importante de la técnica moderna. Ha conservado la preeminencia en todas las épocas y posee una perfección a la que aspiran las demás máquinas” “. […]