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En la esfera de los relojes se ha utilizado desde los orígenes del reloj mecánico números romanos para indicar la hora. Uno de esos números – el cuatro – se representa habitualmente de forma, digamos no ortodoxa, según el sistema de cifras romanas. Este misterio despierta la curiosidad de algunos, que se preguntan el porqué de esta anomalía.
A la izquierda: esfera de alabastro de un reloj de cuadro con números romanos. Derecha: detalle de la cifra IIII.
Los números romanos
Como otros sistemas de numeración de la Antigüedad, la numeración romana se regía por el principio aditivo. A partir de unas cifras básicas (I, V, X, L, C, M que representaban 1, 5, 10, 50, 100 y 1000) se formaban las demás. Así, el 6 se obtenía poniendo I a la derecha de V: VI; el 12 añadiendo II a la derecha de X: XII, etcétera.
Con el paso del tiempo, los romanos introdujeron una complicación a este sistema. A saber: toda cifra colocada a la izquierda de otra de valor superior era restada. De esta forma, números como el 9 se presentaban como IX; o el número protagonista de este artículo – el cuatro -, eran representados como IV.
Como vemos en muchos relojes el 4 es representado como IIII, y no como IV según su forma ortodoxa.
Una inútil y curiosa controversia
Luis Montañés Fontela hace algunas consideraciones a la representación del número cuatro como IIII, en las esferas de los relojes. Precisa su opinión sobre el asunto, en su libro El escape y el péndulo (Ediciones ANTIQVARIA SA, 1991), calificándolo de curioso e inútil.
Menciona en dicha obra, la opinión de Giuseppe Brusa en los siguientes términos:
[…] «Un especialista tan sagaz como Giuseppe Brusa confiesa no encontrar explicación al fenómeno, aunque al comentarlo recuerda que todavía en el siglo IV – mil años antes de la relojería mecánica, por consiguiente – Rutilio Palladio, que preconizaba el sistema deductivo, escribía IIII, lo que continuó haciéndose en toda clase de documentos hasta bien entrada la Edad Media – y aquí encaja bien la anécdota del rey galo – y siguió en los impresos incunables hasta los albores de la Moderna, con la I y con la C. Añadiendo que el problema no se circunscribía a la cifra IIII, porque muestra ejemplos, con fotografías, de esferas de 24 horas con las cifras VIIII (9), XIIII (14), XVIIII (19), y XXVIIII (29), lo que denota un rechazo frontal al sistema deductivo, al menos por parte del estamento corporativo. También Brusa trae a colación los intentos de imponer en relojería el IV, sin resultados apreciables.» […]
Apunta también Montañés, a la posibilidad de que los esferistas de relojes mecánicos se hubiesen inspirado en las cifras presentes en antiguos relojes solares. Relojes de sol que estuviesen numerados, y con la cifra IIII en representación del número cuatro.
Arriba (a la izquierda) vemos una imagen de la Colegiata románica de Santillana del Mar, del siglo XII. A la derecha, el reloj de Sol en el esquinal del muro sur de la sacristía. Vemos en el reloj la cifra cuatro representada como IIII. Forma de representación que pudo servir de inspiración a los esferistas de relojes mecánicos, tal como señala Luis Montañés.
Recopilación de inscripciones latinas
Al estudiar la utilización de la grafía IIII en las esferas de los relojes, es interesante ver si se ha representado así en otros objetos, documentos, etc. A este respecto es de sumo interés el Corpus Inscriptionum Latinarum, (CIL en su acrónimo). El CIL es una recopilación de inscripciones latinas (y algunas griegas), del mundo romano. Inscripciones públicas, privadas, documentos, etcétera. La forma de representar el número cuatro, como IIII, se recoge el CIL. Otros números presentan una grafía similar: (4) IIII (CIL I 638, 587, 594), (9) VIIII (CIL I 594, 590), (14) XIIII (CIL I, 594), (19) XVIIII (CIL I 809), (24)XXIIII (CIL I 1319).
Hay ejemplos de la utilización de la cifra IIII en vez de IV, también en la Numismática.
Moneda de 8 maravedis de Felipe IV «El Grande», acuñada en 1621. El nombre del monarca aparece de la forma: PHILIPPVS IIII. Grafía similar se utiliza en las monedas acuñadas al subir al trono Carlos IV, pero con la salvedad que nos indica Luis Montañés en su libro anteriormente citado. Escribe Montañés:
[…] «Sin embargo, y para hablar de reyes, no tenemos más que dar un ligero paseo por la numismática española, que tan cerca está de nosotros. En 1788, al fallecimiento de su padre, sube al trono Carlos IV. Pues bien, en todas las cecas americanas las monedas de 4 y 8 escudos de 1789 y 1790, que llevan el busto de Carlos III aplicado al nuevo monarca, inscriben CAROL IV D.G. correcto. Pero cuando salen con el el propio busto de Carlos IV, la inscripción desde 1790 en adelante es así: CAROL IIII D.G. ¿Qué ha ocurrido? No sé si en la Fábrica de Moneda tendrán explicación para esto.» […]
Reloj de la torre Spásskaya
Aunque en la inmensa mayoría de las esferas de los relojes con números romanos, el cuatro se representa como IIII, hay excepciones a esta regla. Una de ellas es la del imponente reloj de la plaza Spásskaya del Kremlin de Moscú, en el que podemos ver su esfera con el número IV representado de forma ortodoxa.