Artículo publicado en el diario La Prensa: diario de la tarde de información mundial: Año XII Número 3528 – 1952 septiembre 27.
Autor del artículo: Francisco Mota
(Fuente: Biblioteca virtual de Prensa Histórica)
Los relojeros españoles fueron famosos en todos los tiempos
Por Francisco Mota
(Diario La Prensa, 27 de septiembre de 1952)
Desde el siglo XIV se construyen relojes de torre en nuestro país
Los arreglos y revocos que se llevan a cabo estos días en la Dirección General de Seguridad, antiguo Ministerio de Gobernación portasolino, han levantado un sinfín de comentarios y comidilleos, del que ha llegado hasta la Prensa el disparatado cuento de estar en tratos con unos venezolanos para venderles nada menos que el reloj de Gobernación. No hemos entrado en averiguaciones de cual puede ser el origen de este bulo, pues tan absurdo y disparatado nos parece que pecaríamos de ingenuos dándole visos de verosimilitud.
Sin embargo, ya que los comentarios y diretes han puesto de actualidad este gran cronómetro, que podemos considerar poco menos que nacional, aprovechamos el pelo de la ocasión para remozar el elogio que una gran tradición relojera se merece.
Sevilla y Barcelona se disputan la primacía
A finales del siglo XIV surgieron los primeros relojes de torre en ambas ciudades, en aquel tiempo las más importantes de la España cristiana. Puede que tengan razón los catalanes en adjudicársela; quizás los andaluces fuesen los primeros en poseer un alto reloj acompasador de la vida ciudadana. El cronista Arana de Valflora recuerda que en la torre de la catedral sevillana existió un reloj, «el primero de campana que en España se puso», y que asistió a su inauguración el rey don Enrique III, el año 1393. El cronista catalán Capmany dice que el año 1393 fue elevada a la torre de la catedral catalana la campana conocida por «Seny de las horas», complemento del reloj de torre que en ella había sido colocado.
De pocos años más tarde parece ser el reloj de la catedral de Burgos, y de 1428 el del convento de Santiago Uclés. En tiempo de los Reyes Católicos fué famoso el reloj de la villa de Benavente, así como el que todavía se conserva sobre la torre de la colegiata de Medina del Campo, con sus maragatos de hierro y sus carneros que topan al dar la hora.
Más que artesanos, verdaderos artistas
Los primeros relojes que España tuvo fueron delicada obra de arte de concienzudos artesanos. Inventores podían llamarse aquellos hombres que, casi con más imaginación que modelos, dotaron de regularizadores del tiempo a gran parte de las villas y ciudades españolas. Luego, cuando esta maestría fué adquiriendo tradición, los relojeros españoles empezaron a ser considerados como artistas más que como artesanos.
Entre los artistas españoles deberíamos incluir siempre figuras de la importancia de un fray José Cordero, modesto lego franciscano, autor del moderno reloj de la Giralda sevillana, que sustituyó el anteriormente mencionado, a raíz del terremoto de 1568 que lo destruyó.
En el siglo XVIII fué famoso el astorgano Bartolomé Fernández, que construyó el magnífico reloj y figuras automáticas de su catedral, en el año 1770. El reloj de la Torre Nueva de Zaragoza, que fué construido en 1827 por el aragonés Andrés Ester. Antes había construido el ferrolano Andrés Antelo el reloj de la catedral de Santiago.
Los autómatas de fabricación española
Aunque no español, españolizado por su ambiente, fué el creador del primer autómata que recuerdan las crónicas científicas españolas. Juanelo Turriano creó un famoso «hombre de palo» que aún da nombre a una calle toledana, y como relojero perpetuo que fue del emperador Carlos V, fabricó un reloj planetario completísimo, que seguía los movimientos revolucionarios de los siete planetas entonces conocidos y marcaba la aparición de los signos del Zodíaco.
Torres Quevedo, el llamado Edison español, fué un verdadero maestro en el arte relojero, creando más de un autómata, cual el famoso jugador de ajedrez que fué admiración de sus contemporáneos finiseculares.
Trascendencia internacional de nuestros relojeros
Aunque decaída un tanto la artesanía relojera en los últimos tiempos del siglo XVIII, no por ello dejaron de existir verdaderos artistas de esta difícil profesión. Manuel Gutiérrez de Sigüenza, regaló un notable reloj de bolsillo al rey Carlos IV, fabricado por el. Manuel de Rivas construyó la maquinaria del reloj de porcelana del Retiro, que representa las Bellas Artes, que se halla hoy en uno de los salones del Palacio Real.
Notables fueron en España y fuera de España relojeros como Rafael Varona, Diego Miguel, Ramón Antonio Iglesias, Alberto Billeter, autor este último del notable reloj astronómico que hay en el vestíbulo de las Cortes Españolas.
Famoso más que ningún otro de los relojeros españoles fue el leonés José Rodríguez Losada, autor y donante precisamente del gran reloj de Gobernación, del que ahora tanto se habla, y que se había establecido en Londres el año 1823, logrando ser nombrado cronometrista oficial de la Marina española el año 1856. Este gran relojero alcanzó una gran fortuna, dejando al morir más de cinco millones de pesetas a sus herederos.