Mecanismo de un regulador vienés

Si hubiera que poner un adjetivo al reloj que conocemos como «regulador vienés», uno muy apropiado sería el de elegante. Ciertamente, tanto las cajas como los mecanismos destacan por su elegancia. Desde finales del siglo XVIII cuando comienzan a fabricarse, y a lo largo de más de doscientos años, este reloj se ha hecho en diferentes estilos, pero siempre con suma elegancia. Tal vez por tener el péndulo tan a la vista, lo cual permite ver su oscilación pausada;  por las pesas de latón que se sustentan mediante poleas; por las cuerdas de diámetro tan pequeño que parecen invisibles; o por la claridad de sus esferas esmaltadas, el regulador vienés es esencialmente un reloj elegante.

Las siguientes imágenes muestran las partes que componen el mecanismo de un regulador vienés de origen alemán. Vemos también el soporte, que fijado a la caja del reloj, asegurará el mecanismo en su posición correcta. La esfera, esmaltada y de generosas dimensiones, junto a las finas saetas, permitirán una clara lectura de la hora y los minutos.

esfera del reloj
Detalle de la esfera

Observamos en la esfera algunas pequeñas grietas, fruto del paso del tiempo. Este tipo de grietas se ven con cierta frecuencia en las esferas esmaltadas de los relojes antiguos. No tienen la menor importancia, y forman parte de la larga vida del reloj.

Piezas de un reloj
Conjunto de piezas del reloj

El mecanismo es de los llamados «mudos», esto es, sin sonería. Las platinas tienen forma trapezoidal. Hay tres tipos de reguladores en cuanto a la sonería: 1) Sin sonería 2) Con sonería de horas y medias y 3) Gran sonería. Los primeros disponen de una sola pesa, los segundos de dos, y los terceros de tres. La gran sonería consiste en que el reloj a cada cuarto de hora hace sonar en un gong el número de cuartos que corresponde (1,2,3 ó 4), y después, en el otro gong generalmente de tono algo más grave, el número de toques horarios correspondientes a la hora. Es conveniente que el sonido de estos gongs no sea muy intenso, dado que al sonar cada quince minutos podría resultar molesto. Para los aficionados al silencio que quieran disponer de uno de estos relojes, los más recomendables, obviamente, son los que carecen de sonería.

A la derecha, el soporte metálico en el que va fijado el mecanismo del reloj. A la izquierda, vemos dicho soporte colocado mediante sendas guías y dos tornillos de sujeción, al segundo soporte que a su vez, va fijado a la caja del reloj.

Detalle de la suspensión y la parte superior del soporte en la que se coloca. Lo habitual en los reguladores vieneses- aunque no siempre – es que el péndulo se cuelgue en la suspensión fijada a la caja. Es menos frecuente, que la suspensión vaya fijada en el mecanismo.

Regulador vienés
Trinquete y rueda de trinquete en el tambor.

En la imagen vemos el trinquete y la rueda de trinquete en la pieza del tambor donde se enrolla la cuerda de tripa natural. La función del trinquete y su rueda es la de evitar el retroceso en el sentido de giro en todos los elementos del rodaje. Dicho retroceso podría producirse al dar cuerda al reloj. El trinquete lo impide.

Este tipo de trinquetes son habituales en el movimiento de los reguladores vieneses.

Las saetas o agujas del reloj son de acero, con unas formas muy bonitas.

A la izquierda vemos un detalle de la rueda de escape. El escape de este mecanismo es del tipo Graham, apellido del prestigioso relojero inglés que lo inventó.

Se trata de un escape sin retroceso, ideal desde el punto de vista de la precisión del reloj.

Otra característica común de los reguladores vieneses, es la existencia de un sistema de regulación de la posición del vástago que se introduce en la ranura del péndulo. Esto permite ajustar la nivelación de reloj. Se escuchan los sonidos tic tac, y se actúa sobre el tornillo sin fin hasta que se alcanza el punto de equilibrio.