Este reloj de cuco tiene más de 60 años. Fue comprado en Suiza en 1960, y hasta donde mi memoria alcanza, siempre estuvo funcionando colgado de la pared en los lugares en los que viví, divirtiéndonos con su particular cucú al dar las horas. Hay millones de historias como esta. Cada reloj podría contarnos una. Historias llenas de recuerdos, de alegrías, también de tristezas, de las personas a las que pertenecieron.
Más allá de cuestiones técnicas o artísticas, los relojes están tan ligados a nuestros recuerdos que son inseparables de ellos. Por eso muchas veces tienen tanto valor sentimental.
Los relojes de cuco son particularmente divertidos para los niños. De ahí su éxito, y el que tal vez sean los más populares.
