Escribir con pluma, leer un libro en papel, o llevar en la muñeca un reloj mecánico, son pequeños placeres a los que uno se resiste a renunciar. Los tiempos modernos nos llevan por derroteros sugerentes. Nos invitan sibilínamente a abandonar el libro en papel y leer en pantallas o libros electrónicos; a teclear en vez de escribir, y a dejar de hacer muchas cosas como las hemos hecho siempre, sustituyéndolas por la versión moderna. Las calculadoras nos harán olvidar la Aritmética. Operaciones elementales como multiplicar o dividir serán poco a poco olvidadas por la mayoría de la gente, que no podrá hacerlas sin una calculadora. A base de aporrear teclas, la gente olvidará como se escribe. Hemos sustituido el verbo escribir por el de teclear. Vivimos rodeados de objetos que parecen tener vida propia. La magia que nos fascinaba de niños, hoy vive entre nosotros, y se manifiesta a través de un sinfín de cachivaches que parecen más inteligentes que los humanos: teléfonos, ordenadores, cámaras, …. La tecnología produce vértigo, miedo, y además crea adicción. La inteligencia artificial ha venido para quedarse. Internet de las cosas es una realidad. Desde hace años, el mejor jugador de ajedrez ya no es una persona: ¡Es un programa informático!. El poder de la tecnología es tal, que corremos el riesgo de quedar reducidos a un simple número. Ante este panorama, urge tomar medidas. Es fundamental levantar nuestra pequeña fortaleza personal para mantenernos a salvo. Los teléfonos móviles son auténticos caballos de Troya en nuestras vidas. Se les llama teléfonos, pero son muchas más cosas: cámara de fotos, de video, brújula, …. y también un eficaz medio de control. Preocupante. Nunca como ahora se han hecho tantas fotografías. Paradójicamente, pocas sobrevivirán al paso del tiempo; la mayoría se perderá cuando se averíe el ordenador o el teléfono en el que están almacenadas. Tal vez sea tiempo de mirar atrás, y recordar aquellas palabras de Alfonso X «El Sabio»: «Quemad viejos leños / Bebed viejos vinos / Leed viejos libros / Tened viejos amigos». Así lo haremos.